El vocal permaneció sentado en el balcón fumando un
cigarrillo tras otro mientras la brisa fría le golpeaba el rostro.
-
No comprendo por qué continúo sintiéndome de esta manera… - pensó en voz
alta. De pronto un pájaro se posó en la rejilla del barandal y lo miró con
atención - ¿Eres el mismo de la mañana?
- preguntó con cierto dolor en la voz – Me gustaría decirte que ya no
soy el mismo de esta mañana, que me conociste en un mal momento pero… es lo que
soy aún. – el pájaro de un salto pequeño, en donde solo movió sus alas dos
veces con rapidez, se posó en uno de sus pies – Oh – aquello le causó una gran
impresión, que sin saber cómo reaccionar optó por no moverse para no asustarlo.
Observó con detenimiento el plumaje teñido de varias
tonalidades marrones y rojizas.
-
Que… bonito… - suspiró fascinado.
Los minutos transcurrieron y el pequeño pájaro continuó allí, hasta que
finalmente una brisa más intensa hizo que buscara refugio lejos de Chiaki, que
ya no se sentía tan perturbado como unos instantes atrás.
-
Apareciste – le dijo el bajista en cuanto lo vio entrar con su bolso y
cargando la bolsa con su traje para el concierto.
-
¿Por qué estás en este camarín? – le preguntó estando seguro de que
aquel era el suyo.
-
Hubo un problema con la electricidad de los otros dos, así que todos
usaremos este hoy, su alteza. Espero que no le moleste compartir sus aposentos.
-
Pues necesito vestirme así que déjame solo, por favor – Saz levantó una
ceja sin creérselo hasta que vio en su mirada que realmente lo decía en serio.
-
Chiaki, vístete conmigo aquí, no te miraré. – el vocal puso los ojos en
blanco ansioso.
-
Detesto que me miren mientras me maquillo, solo sal por quince minutos.
-
No puedo creerlo – se puso de pie anonadado y no de tan buen humor.
Salió por la puerta en el instante en que Sora entró, el bajista le dijo algo al batero que a Chiaki le
sonó como un “déjalo solo o te demandará por acoso”, pero no estuvo muy seguro
de si lo había entendido bien.
-
Hola – le saludó Sora que había ignorado por completo a Saz. El vocal tragó saliva nervioso, no sabía cómo
actuar luego de lo ocurrido en la tarde.
-
Necesito vestirme, ¿puedes esperar? – preguntó sin mirarlo, abriendo la
bolsa que llevaba el traje.
-
¿Esperar qué?
-
Afuera.
-
Claro que no, yo también tengo que vestirme. – volteó a observar a Sora
para que notara su enfado, pero no pudo sostenerle demasiado la mirada, se
sintió incómodo y el batero lo notó.
-
Me vestiré en el baño. – quiso escapar de él.
Se encerró en el baño y comenzó a quitarse la ropa con
rapidez. Sentía una mezcla de frustración, enfado y dolor, no se percató de que
estaba siendo violento mientras se quitaba la camisa hasta que vio dos botones
saltar al piso luego de que jaló bruscamente su ropa.
-
Mierda – dijo enfadado, luego golpeó la puerta con un puño e intentó
calmarse un poco. - ¿Por qué otra vez me siento de esta manera?
No había ocurrido nada para que aquel tumulto de emociones
negativas apareciera, lo sabía, y se avergonzaba de sí mismo por ello. Se
sentía por explotar. Respiró profundamente varias veces y a lo lejos escuchó a
Sora cantar probablemente mientras se vestía. Se impresionó de lo mucho que lo
calmaba imaginarlo tan despreocupado y tranquilo, tal vez hasta divertido
moviendo las caderas de un lado para otro mientras bailaba lo que él mismo
cantaba sin demasiada gracia. Finalmente se miró en el espejo…
Quería tener la actitud de Sora, pero algo se lo impedía.
Era consciente de que simplemente algo lo mantenía amargado de alguna manera.
Terminó de arreglarse el traje y maquillarse, le
gustaba hacerlo solo, a pesar de contar con profesionales había aprendido a
hacerlo a su gusto. Revisó que todo estuviera en su lugar y cuando se disponía
a salir, Sora tocó la puerta primero.
-
¿Chi? – le abrió la puerta y lo miró sin pensar. A Sora le pareció que
sus ojos eran trasparentes y Chiaki sin estar seguro del por qué, se sintió desnudo
y se le secó la garganta. Lo miró sin decirle nada – Solo quería saber si
estabas bien… Te estabas tardando…
-
Estoy bien – su voz no sonó muy convencida y hasta él lo notó, pero no
quería explicarle nada a Sora, ni siquiera él tenía claro lo que le sucedía.
Caminó para alejarse un poco del batero, pero el espejo en frente del mesón le
impidió escapar de sus ojos.
-
Lamento si en la tarde fui muy… invasivo – el batero se avergonzó al
recordarlo, Chiaki lo notó en su postura y no pudo evitar aprovechar su
debilidad visible.
-
Fuiste homosexual, no invasivo – le dijo en tono brusco. El batero lo
conocía, sabía que aunque no lo parecía era una broma, sin embargo no rió,
porque en el fondo no le causaba risa la palabra homosexual desde hacía ya un
tiempo atrás. Alguien tocó la puerta y la abrió, Miyako aún no se cambiaba y
solo faltaban unos minutos para que debieran estar listos.
-
Lo lamento pero… ya esperé demasiado – les dijo, Sora rió.
-
Cámbiate pronto, no debiste esperar, de todas formas Chi se cambió en el
baño.
-
Últimamente te comportas como una nena – le bromeó esta vez el
guitarrista al vocal. – Casi tanto como Sora.
-
¡Ey! – el batero lo golpeó sutilmente en el hombro, pero esta vez fue
Chiaki quien no rió. No tenía ganas, otra vez habían vueltos sus emociones a
quitarle el control, esta vez la que ganaba la lucha era la tristeza.
Salió el camarín sin decir ni una sola palabra.
-
¿Se molestó? – preguntó MIyako impresionado – Pero si él nos dice esas
cosas todo el tiempo…
-
Debió ir a fumar – le respondió el batero quitándole importancia al
asunto, aunque en su mente no dejaba de hacer ruido el recuerdo de sus ojos
antes de marcharse. Sabía que no estaba bien, pero también sabía que no quería
público para ello.
Sora no volvió a ver a Chiaki hasta que el concierto
ya había comenzado, incluso se preocupó ya que cuando él tomó su lugar en la
batería este aún no aparecía. Pero no tardó mucho más en hacer su entrada
caminando triunfal, colocándose la máscara que tan bien le conocía, diciendo lo
que quería decir, cambiando las letras de las canciones, improvisando, llenando
su cabeza del momento y olvidándose de todo lo demás. Durante aquellos días, el
escenario parecía ser el único lugar en que Chiaki se divertía.
Finalizado el concierto, Sora bajó de los últimos por
quedarse lanzando todas las baquetas de repuesto, sin embargo se percató al
llegar al camarin que Chiaki ya se había marchado, había tomado su bolso y se
había ido sin siquiera cambiarse. Aquello le preocupó más. ¿Lo estaba evitando?
¿O le había ocurrido algo?
Aunque todos querían celebrar por el éxito de ventas
de aquel concierto y que todo había resulto bien, él volvió temprano a casa esa
noche. Sin Chiaki no le hacía sentido quedarse a festejar.
Cuando llegó a su casa se lanzó sin ánimos al sofá
suplicándose así mismo pensar en cómo ayudarlo. Abrió una botella de ron, y sin
siquiera molestarse por servirse en un vaso, la bebió directamente desde la
botella.
El alcohol le quemó la garganta y cerró sus ojos para
soportar el ardor.
-
Arg, si tan solo supiera qué es lo que le ocurre… - Sora sabía muy bien
que su aprecio por Chiaki era tan intenso que a veces le costaba recordarse así
mismo que no podía ser demasiado obvio con ello o lo espantaría. Llevaba años
observándolo, sabía que las demostraciones de afecto y el afecto en si mismo
eran rechazados por el vocal.
Tomó otro sorbo y se distrajo pensando en Chiaki por
alrededor de una hora mientras la botella se acababa y daba paso a la
siguiente. Pensaba en su voz en el escenario, en las palabras que dedicaba en
sus improvisadas letras, cuando sorprendía a todos cambiando todo el sentido de
la canción con una sola frase. Le gustaba tanto que le costaba dimensionar el
nivel de sus sentimientos, pero si reconocía que existían, eso estaba claro
para él. Ni siquiera tenía que mirarlo, bastaba con pensar en él para sentir
las emociones que usualmente le inspiraban.
Un pequeño movimiento que percibió de reojo llamó su
atención. Y se puso de pie de inmediato para descubrir que era. Algo voló
apegado al techo de su casa, chocando con los muros y buscando como escapar.
-
¿Un pájaro? – preguntó para sí mismo en voz alta. Sin dudarlo abrió la
ventana más grande y cercana para permitir que este saliera, pero no lo hizo, se
quedó de pie sobre la nevera observándolo. El batero tuvo la infantil idea de
que la pequeña ave sabía todo lo que le angustiaba, que lo había escuchado y
que le tenía una solución, cuando se acercó más para observarla mejor, voló por
sobre él y finalmente salió por la ventana.
Contempló el ave alejarse unos instantes, pero su celular
sonó llamando su atención. Lo tomo de su bolsillo y tragó saliva. Sintió su
cabeza caer en la sobriedad con tan solo ver su nombre escrito en la pantalla.
-
¿Chiaki? – contestó preocupado.