En
el estudio de grabación, Miyako cambiaba las cuerdas de su guitarra mientras
esperaba a que la cafetera llenara su taza. Estaba solo allí aunque ya era
tarde, como no lograba encajar la melodía en su cabeza con las notas de su guitarra,
se propuso permanecerse allí solo hasta que lo consiguiera, pero el
sueño no se lo estaba permitiendo.
- Despierta, despierta – se dijo así
mismo dándole el primer sorbo al café. Luego encendió el equipo mientras
bostezaba. Nunca había sido bueno en permanecer despierto hasta tarde.
- ¿Micchan? – escuchó desde la puerta -
¿Qué haces aquí tan tarde?
- Oh… Sacchan… - pestañeó un par de
veces y por unos segundos creyó estar soñando, luego sacudió la cabeza.
- Te ves muy cansado. ¿Por qué no vas a
casa? – el bajista dejó una caja de pizza sobre la mesa, se quitó el
bolso y dejó caer una colcha grande en el suelo.
- No… es que… quería grabar mi parte
para no retrasarnos con esta canción.
- Ya veo… Bueno, comamos algo de pizza y luego grabamos
los dos, tal vez logremos terminar más rápido si nos apoyamos.
- Sí… - Miyako lo miró confundido pero
se sentó junto a él en el sofá– Sacchan, dime, ¿por qué no apareciste hoy? El
manager estaba enfadado… - el bajista hizo un pequeño gesto al fruncir el ceño,
lo que le indicó de inmediato al guitarrista que preguntaba por un asunto
delicado– No tienes que contestar… De todas maneras, ¿por qué estás aquí tan
tarde? Por un segundo pensé que eras un espejismo.
- Dormí toda la tarde – le dijo sincero
– No avisé ni di señales porque estaba durmiendo… mi celular se descargó y se
apagó así que tampoco desperté con los mensajes ni llamadas, solo eso… Dormí
todo el día… - Miyako lo miró preocupado, a pesar de que parecía ser sincero
algo no le convencía, estaba seguro de que algo faltaba en su explicación – Quise venir porque de todas maneras me pasaría la noche tocando el bajo en
casa, sería más beneficioso si me la pasaba tocando aquí. Aunque tal vez tú
querías estar solo…
- No, no – se apresuró en aclarar – Si
pensaba en que estaría solo y así podría avanzar sin que nadie usara el estudio
pero… si no hubieras llegado, me habría dormido y no estoy seguro de si hubiera
despertado. – Saz se rió sin mucha alegría.
- Bueno, te propongo que comamos,
duermas un par de horas y yo te despertaré luego.
- Lo haría… pero temo resfriarme si
duermo en el sofá.
- Vine preparado, ¿no te diste cuenta?
– Saz apuntó la colcha. Miyako rió, con su usual timidez le sonrió.
-
Tranquilízate
Chiaki – le dijo el batero cuando estaban fuera de la puerta en casa de sus
padres – Todo saldrá bien– movió la bolsa con el regalo para su madre de
manera impaciente y exagerada de un lado a otro.
-
¿Por qué me
lo dices a mí? Eres tú él que se está comiendo las uñas– el batero apretó los
labios, la verdad era que estaba tan nervioso que había evitado tocar al vocal
con sus manos sudadas. Por otro lado este lo había observado curioso durante
toda la noche por sus reacciones torpes llenas de ansiedad y nervios– Calma, viviste con ellos gran parte de tu
vida, no puede ser tan malo si sigues vivo.
-
¿Dices que
no fue tan malo porque no me suicidé? – Sora lo miró entrecerrando los ojos con
reproche. El vocal le sonrió.
-
Además,
muero por ver de quien heredaste esos labios de pato.
-
¡Chi! No te
rías de mí… no es buen momento, dame
ánimos – el batero hizo un puchero, Chiaki suspiró.
-
Bien, te
daré un empujón entonces – el vocal se volteó y tocó a la puerta, Sora lo miró
con horror.
-
¡No! Pero…
¡Arg Chiaki! – el batero estaba preparado para esconderse cuando la puerta se
abrió. La mujer llevaba un cubre bocas y un delantal de cocina, para su
sorpresa era pequeña de estatura.
-
¡Hijo! – sus
ojos denotaron alegría en cuanto reposaron sobre el más alto, Sora la saludo
con un cálido abrazo. Chiaki no notó que se le escapó una sonrisa enternecida.
-
Mamá, él es
Chiaki es el vocalista de la banda, espero que no te moleste que me acompañe.
-
Claro que
no, un gusto – la mujer tomó cariñosamente las manos del vocal, este le sonrió
sin sentirse incómodo, la sintió sumamente familiar, como si gran parte de Sora
estuviera presente en ella.
-
Muchas
gracias por permitirme quedarme, le trajimos un regalo – le dijo Chiaki al
notar que Sora no le había dado la bolsa.
-
Ah sí, pero
no le creas, él solo me ayudó a elegirlo, el regalo realmente es mío – Sora le
sacó la lengua a Chiaki y este solo sonrió, al menos lo notó más cómodo.
-
No debieron
molestarse – la madre tomó la bolsa y miró dentro, con cuidado sacó de ella el
delicado gato de arcilla pintado de manera artesanal con tonos blancos y
negros– Sora… es precioso…
-
¿De verdad
te gustó? – la madre asintió realmente emocionada, llevaba mucho sin ver a su
hijo, y aunque no quería ofuscarlo con tanta atención frente a su compañero de
banda, no pudo evitar mirarlo con cierta emoción.
-
Estás tan
lindo… - le dijo de pronto, Chiaki sintió que debía mirar a otro lugar,
entonces su mirada se centró en un hombre alto que estaba sentado en un sofá al
fondo de la sala. No los miraba, no les daba atención, notó lo parecido que era
a Sora físicamente. No dudó en que fuera su padre.
-
Mamá me
estas avergonzando.
-
Pasemos a
comer. Ya tengo lista la cena, cociné todo lo que te gusta cuando me
confirmaste que vendrías. _En realidad… – le dijo mientras caminaba con ellos
detrás por un pasillo que los llevaba hasta el comedor – Todo lo que te gustaba
antes, llevo tanto sin verte que no estoy segura de sí continuarás teniendo los
mismos gustos.
-
No se
preocupe – le dijo confianzudo Chiaki – Su hijo se traga cualquier comida
casera, ya que lo único que suele comer son sopas instantáneas– el batero lo
miró pidiéndole que se callara con la mirada.
-
Sora,
deberías casarte luego para que te cocine una esposa – Sora abrió la boca y
miró a Chiaki con reprobación.
-
Mamá, sobrevivo bien… Además Chiaki me cocina últimamente.
-
Lo que
faltaba, que te cocinara otro hombre – le dijo la voz grave de su padre que
hacía su entrada en el comedor. La madre guardó silencio, Chiaki miró a Sora
hacerse pequeño con solo escuchar su tono de voz. El batero cerró las manos en
puño y ambos se sentaron. - ¿Y este quién
es? ¿No me lo vas a presentar? – Sora no respondió, Chiaki tranquilo se
presentó.
-
Soy el
vocalista de la banda en que toca Sora, me llamo Chiaki– el señor mayor lo
miró imponente, pero el vocal le sostuvo la mirada sin sentirse intimidado en
lo más mínimo, él mismo solía tener aquella actitud con todos unos meses atrás.
-
Supongo que
eres otro que decidió dedicarse a lo único que le daban las neuronas – agredió sin
motivo. Chiaki bufó desilusionado, había esperado una acidez más toxica de la
persona que había dañado tanto a Sora, pero pensó en que si realmente el hombre
pretendía ser hiriente, con aquellas palabras solo le causaría gracia.
-
De hecho yo
sí estudie. ¿Y usted? – Sora lo miró asustado. El hombre entrecerró los ojos y
volteó hacía su esposa
-¿Cocinaste solo cosas que le gustan a éste? – preguntó indicando a Sora– Que considerada.
-¿Cocinaste solo cosas que le gustan a éste? – preguntó indicando a Sora– Que considerada.
-
Tú comes lo
que gustas todos los días – le respondió su esposa – Sora no viene desde hace
mucho.
-
De hecho eso
es lo ridículo, este aparecido se deja caer por primera vez en años y me haces
sacrificarme a mí para que este cómodo.
-
No eres él único
que se sacrifica – murmuró Sora.
-
¿Dijiste
algo? Si vas a hablar dilo fuerte como los hombres– Chiaki suspiró y se puso
de pie para ayudar a la madre de Sora a servir.
-
¿Es así
siempre? – le preguntó confianzudo, en voz alta, sabía que los otros dos no
dirían nada estando solos en la mesa y que lo escucharían. La señora
notablemente débil de salud y de ánimo solo asintió– Que desagradable debe
ser para usted sentir esto en su cumpleaños– tanto Sora como su padre
voltearon a mirarlo por lo que había dicho, el mensaje estaba claro; tenían que
esforzarse por ella.
La
señora sirvió la comida con gran ayuda del vocal, Sora se negaba a ofrecer su
ayuda solo para evitar servirle a su padre. Finalmente se sentaron los cuatro
en la mesa y al ver variedad de platillos comieron en silencio por largos minutos. Fue Chiaki quien instaló temas de conversación preguntando sobre los vecinos
y el sector, mintiendo sobre buscar un lugar más grande donde vivir. Luego les
preguntó por sus trabajos y sus pasatiempos, fue cuidadoso al momento de tocar
cualquier conversación que pudiera llevarlos a alguna discusión familiar y
logró mantener la situación agradable hasta que la madre, con toda su
curiosidad, le preguntó a Sora sobre su trabajo.
-
Es el más
popular – le dijo orgulloso Chiaki – También es el que tiene mejor oído de los
cuatro.
-
Mentira, ese
es Saz, no me halagues tanto– se defendió algo avergonzado el batero. La
madre sonrió complacida.
-
Eh, yo diría
que cada uno se mueve en su especialidad, pero me quedo con tu oído.
-
Parecen
novias ustedes – dijo de pronto el padre de Sora haciendo que este lo mirara
nervioso, Chiaki por su lado no se inmutó. El hombre mayor bufó – Es lo que
falta nada más, que a éste le gusten los tacones.
-
De hecho, él
que usa zapatos de tacón a veces soy yo – respondió el vocal manteniendo un
hilo de voz cortante, hizo que el hombre se ahogara con el té que bebía. Sora
tocó su pierna por debajo de la mesa con notorio temor de lo que pudiera decir.
-
¿Usa… tacones?
– preguntó la madre del batero, estaba algo pálida.
-
Sí, me he
tenido que disfrazar de enfermera y tuve que caminar con zapatos de tacón que
tenían… ¿veinte centímetros? – le preguntó a Sora, este asintió - Creo que desarrollé
un super musculo en el talón de Aquiles ese día– la señora rió pero al hombre
no le pareció divertido.
-
No me gustan
a mí ese tipo de cosas, tienes que ser bien débil para no poder negarte a que
te vistan de mujer.
-
Papá – lo cortó
Sora.
-
Cállate, no
estoy hablando contigo. Cuando uno es hombre, tiene la obligación de... –
-
Basta papá. –
el hombre lo miró enfadado por haberlo interrumpido y en cuanto iba a pedirle
que se volviera a callar, el batero le soltó- No le des ese discurso, porque
no importa con cuánta fuerza o cuánta frecuencia lo digas, Chiaki y yo somos
pareja te guste o no– el vocal volteó a mirarlo boquiabierto y la madre de
Sora pestañeó un par de veces confundida sin terminar de creérselo. La única
reacción que apareció dentro del primer minuto fue al del padre, que se puso de
pie con la mano en la boca como quien fuera vomitar, y se fue por el pasillo
sin decir una palabra más que mirarlos con indignación.
-
¿Por qué hiciste
eso? – le susurró en shock el vocal.
-
No lo sé... –
le dijo sincero el batero conteniendo el aire en una posición rígida y con la
mirada perdida – Supongo que porque… no podía escuchar su discurso sobre la
homosexualidad en frente de ti y hacer como si nada pasara.
-
¿Señora está
bien? – el vocal rodeó la mesa para darle atención a la madre de Sora, que
tenía la mano en el pecho como si algo allí le clavara.
-
Sí…
-
Mamá, perdóname…yo…
- Sora se recompuso y de manera torpe, chocando con una silla y volcando un vaso
que derramó agua en la mesa llegó hasta su madre para arrodillarse y quedar a
su altura. Le sostuvo la mano - ¿Está bien?
-
Lo vas a
matar… - le susurró con alarma en su voz – Tu padre se va querer morir después de
esto… - Sora alejó la mano de las suyas sintiéndose lastimado.
-
A él yo no
le preocupo mamá, y a mí tampoco me preocupa él. Solo me interesa su opinión,
pero parece que a usted solo le interesa la de él... siendo que jamás ha tenido
nada bueno que decir sobre nadie más que si mismo.
-
Sora… -
Chiaki intentó callarlo.
-
No es así… –
se defendió con poco aire la madre.
-
Sé que sí,
por eso nunca me defendió de él. Tal vez usted en su corazón ve más cualidades
en mí pero nada lo suficientemente bueno que valga la pena defender.
-
Hijo… yo… -
Sora esperó que dijera algo pero la madre realmente pareció quedarse sin
palabras, lo que presionó un botón emocional dentro de Sora. Se sintió
traicionado.
-
Salgan de
esta casa – el padre apareció de pronto con una posición notoriamente
imponente, parecía que fuera a sacarlos a empujones, pero no tocó a Chiaki,
solo tomó a Sora del brazo hasta alejarlo de su madre como si tuviera una
enfermedad contagiosa- Aléjate de tu madre y salgan los dos de esta casa– el
batero miró a su mamá involuntariamente esperando algo, y ella lo sabía.
-
Hijo será
mejor que se vayan… - Sora cerró los ojos – Perdóname, pero tu papá no se va a
calmar hasta que no salgan.
-
No se
preocupe, yo ya sabía que no se pondría de mi lado.
-
Siempre fuiste
una niña llorona, a esta edad debería darte vergüenza pedirle a tu madre que te
defienda– el hombre le dio un empujón
a Sora, eran casi de la misma altura. El vocal pasó junto al hombre mayor y le
tomó el brazo a Sora- ¡Fuera de aquí!
-
Vámonos.
-
¿Sabes? A
diferencia de ti... – le escupió el batero acercándose a él a pesar de que Chiaki
intentaba empujarlo en dirección contraria – Yo no necesito tratar mal al resto
para sentirme alguien en la vida, y no sé de quién lo aprendí, pero agradezco
que de ti nunca aprendí nada. Detestaría ser como tú, así que tranquilo que no
pienso volver. No hay nada aquí que me haga querer regresar... – el batero le dio
una última mirada a su madre y se volteó para salir de la casa siendo
arrastrado por Chiaki. Habían dado tan solo un par de pasos fuera cuando la
puerta volvió a abrirse y ambos vieron al hombre alto arrojar un gato de
arcilla al piso de la calle y romperse en mil pedazos frente a los ojos de los
dos músicos.
-
¿Eso es todo
lo que puede hacer? – preguntó el vocal en voz alta mirando a Sora buscando de
manera casi desesperada minimizar lo que acababa de ocurrir. El batero cerró
los puños de pie frente a la casa– Tranquilo… no estuvo tan mal– Sora bufó
al escucharlo – Lo digo en serio, pensé que sería más violento, pero todo fue
bien hasta…
-
Hasta que le
dije lo nuestro.
-
Sí… - el
vocal intentó mirarlo a los ojos pero el batero evitaba su mirada– Es que
definitivamente no fue la forma, eres muy impulsivo Sora – dijo con un tono
dulce teniendo cuidado de no hacerlo sentir criticado – Pero ya está, vamos a
casa… - lo miró esperando que comenzara a caminar pero el batero se quedó de
pie contemplando la puerta.
-
Lo hice
porque conozco de memoria el discurso que te iba a dar y sé con qué palabras
termina... No soportaría escuchar a nadie tratándote de esa forma– el vocal
suspiró. En ningún momento había considerado al padre del batero una amenaza y
creía que lo ocurrido había sido por una reacción exagerada de parte de todos,
pero entendía que Sora tenía rabia y dolor acumulado con ellos, pudo percibirlo
a punto de explotar de mucho antes de que siquiera llegaran a esa casa.
-
Estuvo bien.
-
No, no
estuvo bien… Salgamos de aquí – el batero le dio la espalda y comenzó a caminar
con gran rapidez buscando dejar la casa atrás.
- Micchan… Micchan… - lo removió el
bajista con cierta suavidad. El guitarrista abrió los ojos perezosamente. Saz
rió– Si queremos inspirarnos, grabar y terminar, este es el momento de
despertar.
- Mm… si… - Miyako se rascó los ojos y
bostezó, iba a destaparse pero notó lo frío que estaba el lugar – Oh… se esta
tan bien aquí…
- ¿Ah, sí? – le preguntó Saz, de pronto
se metió bajo la colcha y se acomodó sobre Miyako, haciendo que este se
alterara en cuanto se tocaron, a pesar de que se tenían confianza, era inusual
en Saz acercarse de aquella manera a él.
- ¿Qué haces?
- Compruebo cómo se siente… - el
bajista apoyó su rostro en el pecho de Miyako. – Sí se está más cómodo aquí–
el guitarrista soltó una risa nerviosa.
- Me aplastas Sacchan – volvió a reír,
pero notó que el bajista no se movía - Algo anda mal, ¿verdad? – no obtuvo
respuesta – Está bien… quédate ahí hasta que te sientas mejor – los largos
dedos del guitarrista acariciaron la cabellera larga de Saz, este último cerró
los ojos para relajarse mientras era consolado.
Los
minutos pasaron. Miyako pensó en si preguntar estaría demás, pero finalmente optó
por esperar en silencio. La posición le impedía respirar.
- Sacchan… no quiero quitarte de tu
comodidad pero… - el guitarrista intentó moverse pero no pudo hacerlo – Pesas
mucho… - Saz era un peso muerto sobre su
delgado cuerpo, fue solo allí que notó que el bajista se había quedado dormido
sobre él.
-
Sora… Sora
espérame- el vocal casi corría detrás
del batero que avanzaba a pasos agigantados alejándose con rapidez de aquella
casa. - ¡Sora! – le gritó Chiaki enfadado de tener que seguirlo, el batero se
quedó de pie unos segundos y respiro con los ojos cerrados, luego se sentó en
una roca con forma de asiento delante de una gran pérgola de flores. Agachó la
cabeza intentando calmarse, contó hasta cien con rapidez y posicionó sus
manos sujetando sus sienes cuando se sintió perder el control. Llevaba años sin
alterarse de aquella manera. Chiaki le vio las manos temblar antes de cerrarlas
en puños y sujetar su frente con ella. Lo miró preocupado y se sentó a su lado
a cierta distancia, por alguna razón sintió que no debía tocarlo, probablemente
era el enfado y la violencia que emanaba de su postura, le resultó impactante
verlo de aquella manera, no veía nada del niño que solía ser cuando estaba
junto a él. Se quedaron en silencio, el vocal no era bueno con las palabras,
creyó que le hacía un favor manteniéndose callado.
-
Siempre es
lo mismo – le dijo de pronto el batero con una voz ronca de furia, contenida.
El vocal tragó saliva nervioso– No le
importa nadie... – Chiaki se metió las manos en los
bolsillos con frío e inquieto comenzó a mover las piernas, parte de él le pidió
huir de ahí, de él y de la situación, la otra le pidió llevarse a Sora a casa,
alimentarlo y besarlo hasta que olvidara lo que había ocurrido. Sintió que no
podía realmente hacer ninguna de ellas así que se quedó allí, sentado e
inquieto esperando que todo transcurriera como si él no fuera parte de ello– A veces… - susurró en un tono más bajo – Me duele recibir halagos, ¿sabes? Es
como si todos mintieran y creyeran que soy tan estúpido que no me doy cuenta.
Racionalmente sé que es porque estuve tan acostumbrado a escuchar sus palabras
sobre mí, que llegué a un punto en que realmente me las creí y aún… en el fondo... sigo sintiéndome inútil y ridículo, pero me digo a mí mismo que no es verdad. Aún así es una lucha constante en mi cabeza– el batero suspiró y se enderezó
un poco más, Chiaki le miró los ojos vidriosos– Lamento lo que ocurrió… - su
tono fue mucho más suave al momento de dirigirse a quien tenía a su lado,
aunque volteó, evitó mirarlo a los ojos– No debí exponerte de esta forma a mi
padre, de pensar en lo que estuvo por decirte… - soltó una carcajada – Por un momento pensé que… mi padre realmente se
deslumbraría contigo.
-
¿A qué te
refieres? – Chiaki acortó la distancia al notarlo más tranquilo.
-
Es que eres
bueno para animar las fiestas, por un momento estuve seguro de que le
simpatizarías a papá, pero olvidé el pequeño detalle de que a él no le gusta
nada que venga de mí. Tal vez si lo
hubieras conocido en otro contexto se hubieran llevado bien del todo – levantó los
hombros restándole importancia, sus ojos permanecían vidriosos. Chiaki suspiró,
vio que había vuelto a ser el niño de siempre al dejar su enojo de lado.
-
¿Quieres
llorar?
-
¿Ah? – se
miraron a los ojos.
-
Que si
quieres llorar… - le repitió el vocal – Es evidente que te estas esforzando… y
no tienes que hacerlo, si quieres llorar… solo hazlo– Sora bajó la mirada,
Chiaki se acercó aún más y lo empujó hacía él, acunando su rostro en el hueco
de su cuello– Yo también puedo cuidarte a veces… - le dijo a modo de susurro.
Sora permaneció entre el calor de sus brazos por varios minutos hasta que dejó escapar
varias lágrimas mientras se aferraba al brazo de Chiaki con fuerza.
-
No lo
entiendo… por qué no me quiere… - el vocal
respiró con dificultad al escucharlo, de pronto se sintió ahogado y también
tuvo ganas de llorar. Se aclaró la garganta.
-
Creo que
debes preguntárselo.
-
¿Qué? – Sora
se levantó y lo miró confundido.
-
Eso, que
deberías preguntárselo– el batero bufó pensando en que era un muy mal
consejo– Sora, tu papá no vivirá por siempre pero esa pregunta estará contigo
toda tu vida y tienes solo dos opciones: puedes ir y preguntárselo directamente
o puedes esperar a que él ya no esté para contestarla. Y pensando en la salud
de tu madre creo que deberías hacer lo primero y no habrá un mejor momento que
este– el más alto colocó una cara asqueada y luego suspiró, consciente de que
Chiaki tenía buenas intenciones en sus palabras.
-
La simple
idea de exponerme emocionalmente frente a él me revuelve el estómago. No quiero
– de repente se abrazó al vocal con fuerza – No quiero Chi, no quiero, no iré,
no puedo. Vámonos, nos acostamos juntos y me dejas tocarte para dormir bien–
el vocal bufó indignado pero sonriente.
-
Oye te estas
aprovechando de la situación, niño.
-
Mm… - Sora
soltó su abrazo para tomar en un impulso rápido el rostro del vocal y darle un
beso intenso, dejándolo sin oportunidad de negarse. Este cerró los ojos perdido
por un par de segundos en la suavidad del roce de sus labios.
-
Mm... – Chiaki
colocó sus manos en la cintura del batero y lo atrajo aún más hacía él, de
pronto reaccionó y le enterró los dedos, haciendo que Sora diera un salto por
las cosquillas.
-
¡Ay, no
hagas eso! – tomó las manos del otro y las sostuvo por las muñecas para
asegurarse de que no lo repitiera, luego buscó sus labios nuevamente pero
Chiaki giró el rostro escapando de su beso y dejándolo con los labios
estirados.
-
Estamos en
la calle pervertido– Sora se rió y lamió su cuello.
-
Mm… no hagas
eso – el vocal al tener las manos sujetas por el batero no pudo hacer nada
cuando este atacó su cuello, dio cuatro lamidas con la misma intensidad que si
hubiera estado besando sus labios– Sora… que no… lo hagas…
-
Tú voz suena
increíblemente erótica… - le susurró aun con su rostro en el cuello, su
respiración le dio escalofríos a Chiaki y este se sintió con la cabeza nublada. Al mover la pierna notó que estaba excitado y ya le era visible.
-
Sora…
-
¿Mm?
-
Vamos a
casa– le ordenó.
-
No quiero
Chi… - Sora volvió a besarle el cuello y Chiaki chistó la lengua.
-
Sora – su
voz sonó enfadada, por lo que el batero se detuvo – Si no me llevas a casa
ahora, la próxima vez que tengo tu pene cerca de mi boca lo morderé– el
batero se separó de él rápidamente y lo miró con ojos alarmados.
-
No serías
capaz… – el vocal permaneció serio mirándolo a los ojos – Mierda, Chi. Está
bien, vámonos– Sora soltó sus muñecas y se puso de pie. Chiaki comenzó a
caminar en silencio, luego de unos instantes el batero le tomó la mano.
-
Nos pueden
ver…
-
¿Qué más da?
Es tarde, es de noche y nadie nos reconocería– el vocal suspiró, pero no le
negó su mano, porque también le gustaba tomar la suya.
-
Sora dime
algo… - el otro esperó – Aquella vez que te subiste a la roca en la playa…
Exactamente, ¿qué hacías? Por más que intento entenderlo simplemente no logro
dar con la respuesta, queda bastante alejada de la orilla.
-
Te dije que
había seguido un pajarito.
-
Nadie sigue
un pájaro hasta una roca lejos de la orilla Sora– el batero suspiró.
-
No estoy
bromeando es que… - pensó en lo tonto que lo vería el vocal continuaba
hablando.
-
¿Es que? Y
no me mientas. – volvió a suspirar.
-
¡No estoy
mintiendo! Es que vi un pájaro que creí haber visto en mi casa unos días atrás. Sé que todos los pájaros se parecen pero es que fue una situación muy curiosa. El pájaro se fue solo hasta esa roca cuando sabía que lo estaba mirando o al menos
eso sentí… de alguna manera sentí que quería que lo acompañara.
-
¿Qué? –
Chiaki se detuvo y lo miró confundido – No parece cuerdo lo que me dices.
-
Y lo sé,
pero es que… una vez lo vi allí, sentí que debía ir…
-
Está bien,
supongamos que te creo y realmente seguiste a ese pájaro hasta la roca. ¿Por
qué te quedaste ahí hasta tan tarde? La tormenta no comenzó hasta ya entrada la
tarde y pasadas las cinco, esa playa no es un lugar adecuado para bañarse.
-
Lo sé… pero
una vez allí… pensé en muchas cosas– Sora estiró tímidamente el brazo hasta
rozar con la punta de su dedo índice los botones de la camisa de Chiaki– Cuando estaba ahí, en ese lugar que Saz dijo que visitas tan recurrentemente…
pensé en que estaba observando todo lo que observabas tú cuando te deprimías. Quería intentar entenderte, pensar como tú, llegar a una conclusión sobre tus
sentimientos… conocer algo de ti que no sabía y que Saz sí… Además… sí me quedé
tanto tiempo… fue porque no me sentí solo, el pájaro se quedó conmigo– de
pronto Chiaki tuvo una epifanía, recordó haber visto aquel conocido pajarito
aquel día en la playa y haber sido guiado por él hasta dar con la silueta de
Sora.
-
Imposible… -
susurró negándose a creer que fuera el mismo, con la adrenalina del momento
recordaba pocos detalles de lo sucedido.
-
No te miento
– Sora hizo un puchero, Chiaki lo miró se acercó a él y le dio un suave beso en
los labios olvidando por un segundo que estaban en un lugar público.
-
No vuelvas a
hacer una estupidez como esa… - le suplicó en voz baja– Si realmente me
quieres, nunca vuelvas a ponerte en peligro de esa manera, ¿lo prometes? – Sora
se mordió el interior de la mejilla y asintió un poco emocionado de ver al más
pequeño siendo tan afectivo. Luego lo jaló llevándolo consigo de la mano – Bien,
ya, vamos a casa.