viernes, 15 de noviembre de 2019

Fan fic: Bird Wings - Capítulo 20 - FINAL - : Corazón


-          Creo que ya estamos listos con esta parte – le dijo Saz mientras desenredaba un cable del amplificador – Podríamos sincronizar la primera con la última grabación, ¿te parece si escuchamos cómo quedan juntas? – Miyako, quien estaba tapado con la colcha que había llevado el bajista, asintió, luego le dio un sorbo a su café.

-          Gracias… creí que tardaría toda la noche en esa parte…

-          Cuando estas bloqueado lo mejor que puedes hacer es cambiar el enfoque, seguir con otra cosa, si te sofocas con una sola tonalidad luego no puedes avanzar, o al menos no de buena manera.

-          Si… - Miyako suspiró y lo miró configurar con agilidad el equipo – Sacchan…

-          Dime – el bajista se agachó para enchufar un amplificar y al intentar ponerse de pie golpeó la cabeza con el escritorio - ¡Ah!

-          ¿Estás bien? – Miyako dejo el café sobre la mesa y se arrodillo a la altura del bajista – Eso sonó fatal, déjame revisar– con sus dedos largos busco entre la cabellera larga del bajista algún rastro de sangre.

-          Au… estas tocando donde me golpeé.

-          ¿Ahí? – pasó el dedo frío con suavidad, la zona se sentía cálida.

-          Sí.

-          Bueno, no te estas desangrando– Miyako acarició su cabello a modo de consuelo, en cuanto se separaron notó lo cerca que estaba de Saz y algo ruborizado se alejó de golpe.

-          ¿Qué te pasó? – el bajista lo miró extrañado mientras se sentaba y volvía a cubrirse con la colcha.

-          Nada, solo me dio frío.

-          Pero tienes la cara roja, ¿te puse nervioso? – Saz levantó las cejas de manera insinuante y Miyako le arrojó una servilleta sucia. El bajista se rió– No me arrepiento de haber venido– el guitarrista lo miró apretando los labios – Me has subido el ánimo.

-          También me alegra que hayas venido… - le susurró sin mirarlo.








-          ¿Llegará el día? – se preguntó a sí mismo en voz alta.

-          ¿El día de qué? – preguntó el vocal sin voltearse aún.

-          Ah… nada, solo hablé en voz alta– Sora se metió desnudo bajo las sábanas, defendiéndose evito abrazarlo, si se negaba a su tacto sería hiriente y prefería terminar de la mejor manera posible aquella noche, sin embargo el vocal se volteó para mirarlo.

-          ¿El día de qué? Dímelo… - le pidió con un susurro dulce. El batero suspiró rendido a aquel tono de voz.

-          Es que… - Sora pensó en cómo explicarse antes de hablar. El vocal fue paciente y esperó a que continuara– A veces te distancias luego de que yo digo algo y nunca sé exactamente qué fue lo que dije, pero es obvio que a ti te molesta, y yo quisiera entender qué es y por qué te molesta. Siento que debo disculparme por una razón que ignoro.

-          No debes disculparte de nada- le susurró Chiaki.

-          Aún así quisiera saber qué te ocurre, porque algo me dice que no es algo con lo que puedas lidiar fácilmente. Yo quisiera ayudarte… tal vez no soy muy útil, lo sé pero… puedo pensar en alguna forma en que –

-          Te lo contaré – el vocal lo interrumpió callándolo de golpe– Te lo contaré, pero sé paciente conmigo, que nunca lo he hecho antes– Chiaki respiró profundamente y sin estar seguro del orden que debía seguir para hacerle entender, dejó salir las palabras que le brotaron como si llevaran demasiado tiempo esperando a escapar – La razón por la que siempre me resisto y… busco defenderme de encariñarme con la gente, es porque les hice mucho daño a las personas que más quise. Daño… real – Sora se acercó más a él, sintió como si Chiaki con solo su postura se lo hubiera pedido– No sé cómo me verás después de que te cuente esto… - el vocal se tapó el rostro con las manos, casi de inmediato Sora intentó tomarlas para que rompiera aquella postura.

-          Ey calma, sea lo que sea que me cuentes, yo permaneceré contigo– Chiaki suspiró.

-          Mi madre… - entrecerró los ojos notando como era casi físico su dolor al retener las palabras – Era alcohólica. No era una mala persona... – se apresuró en aclarar - Pero solo vivía para beber, nunca se preocupó por nosotros, ni siquiera sabía quiénes eran nuestros padres, pero aun así nos mantuvo con ella. Ella había crecido en un orfanato así que no quería eso para nosotros… aunque a veces no teníamos para comer o ella se gastaba hasta el último peso o vendía hasta lo más absurdo para comprar sus licores, a pesar de eso, la queríamos y ella a su manera despreocupada, nos quería. Tal vez porque éramos lo único que tenía, pero a veces tenía sus momentos… en especial con Nao, mi hermano pequeño– Sora lo miró impresionado y enternecido a escuchar de su boca hablar sobre su hermano. – Yo crecí cuidando de Nao, mis preocupaciones constantes por él me protegieron de muchas actitudes que todos esperaban que tomara cuando creciera, como ser un alcohólico o drogadicto a temprana edad, o solo un chico violento, pero yo solo me defendía de ella… Me enfrentaba a diario con mamá para protegerlo a él, pero de todas maneras Nao la escuchaba maldecirnos en sus periodos de abstinencia. Con el tiempo tomó actitudes agresivas aunque conmigo jamás se comportaba de aquella manera… conmigo colapsaba, se desahogaba sobre estar harto de la vida en casa, de que nos faltara tanto– soltó el aire en un suspiro tembloroso, Sora besó su hombro – Tuvimos muchas discusiones en casa con mamá y entre nosotros, sentía que tenía que corregir todo lo que pudiera, así que a veces no lo trataba bien… Un día cuando llegué de la escuela, ellos dos habían discutido por lo que mamá estaba de mal humor, no había comida y ella le pidió que usara lo poco que había de dinero para un sake, por lo que intente alcanzarlo para que usáramos ese dinero en comida pero… - Chiaki se quedó callado y Sora supo que le estaba costando continuar, sobre todo porque las siguientes palabras que le escuchó estaban cargadas de un sentimiento triste – Le grité. Estaba enfadado así que le grité que me diera el dinero, que no me importaba lo que dijera mamá… pero él no quería más discusiones, estaba cansado de todo, prefería pasar hambre  y que ella en su borrachera nos quisiera aunque fuera solo ese instante… Tomé el dinero a la fuerza y él se lanzó sobre mí, solo reaccioné a empujarlo, pero lo hice con demasiada fuerza... – su voz se rompió – Y Nao se golpeó la cabeza contra la subida de la acera. Lo siguiente que vi fue el pavimento con un charco de sangre a su alrededor… - Sora lo escucho sollozar. Chiaki se volteó y lo abrazó con fuerza, enterrando el rostro en su cuello - … murió…

El batero al pestañear notó que tenía los ojos sumamente húmedos, estaba por llorar junto a él. Lo abrazó fuerte mientras Chiaki derramaba lágrimas intensas de arrepentimiento, y continuó hablando con la voz rota. El más alto se esforzó para poder comprenderlo:

-          Por años he soñado con él,  con ese momento, con las peleas con mamá, con las veces en que Nao me pedía que nos fuéramos de esa casa, que huyéramos, que me decía que no podía más, que su vida era un infierno. Nunca pude protegerlo Sora… y fui yo mismo quien lo empujó y…

-          Ssh… fue un accidente Chiaki – el vocal volvió a soltar un sollozo. Sora notó que las lágrimas le caían por el rostro a él también – Fue un accidente – repitió – No puedes culparte… - en cuanto lo dijo fue consiente de la batalla de Chiaki, del por qué de sus pesadillas. La culpa de haber ocasionado el accidente le comía vivo, lo había llevado a encerrarse en él para evitar causarle daño a los demás. El batero pensó en el vocal sintiendo rechazo por él mismo y tuvo un fuerte impulso por abrazarlo con más fuerza.

Allí permanecieron ambos abrazados por horas, desnudos en varios aspectos.



-          ¿Te sientes mejor? – Sora le tendió un vaso con agua mientras Chiaki se sentaba en la cama para beberlo – Nunca te vi llorar tanto… - tocó su frente y sus mejillas con el dorso de la mano derecha – Creo que estas un poco afiebrado– Chiaki dejó el vaso sobre la mesita en cuanto terminó de beber el agua.

-          Estoy bien... no puedo creer que lo dejé salir, tantos años y jamás había podido contarlo – el vocal le sonrió – Debe ser porque eres tú– Sora le devolvió la sonrisa, se acercó a él y lo abrazó.

-          Los accidentes no son culpa de nadie. No importa si alguien dijo lo contrario, ni siquiera tu propia madre, no fue tu culpa– el más pequeño suspiró.

-          Me lo dijo muchas veces… luego de que todo ocurrió, ella se perdió más en el alcohol, casi no tengo recuerdos de ella sobria en ese tiempo… Luego enfermó al extremo de que no podía ponerse de pie.

-          ¿Enfermó? – Sora tomó su mano mientras Chiaki continuaba hablando observando un punto vacío en medio de la nada.

-          Sí, nunca fue al hospital, por la autopsia supe que tuvo una cirrosis fulminante y murió en la cama, suplicándole a Nao que la perdonara… - Sora dejó caer su cuerpo sobre Chiaki, juntando su frente con la suya.

-          Me duele mucho imaginarte allí, joven y solo… con esa mochila tan pesada…

-          Sora.

-          ¿Sí?

-          Ve donde tus padres y habla con ellos... – el batero rompió la posición y lo miró frustrado – Viste todo lo que cocinó tu madre para su cumpleaños, ella estaba desesperada por tenerte ahí, por recuperarte, te quiere… Y tu papá…si te soy sincero, algo en mí lo entiende. De hecho yo ahora comprendo por qué a pesar de que fui hiriente e intenté alejarte tantas veces, siempre volviste, estabas acostumbrado a las personalidades insoportables como la mía o la de tu papá– Sora sonrió sin muchas ganas – No puedes solo dejar el tiempo pasar, porque no podrás pretender toda tu vida que no existen, llevarás esto contigo a todos lados y si no lo enfrentas te va a perseguir para siempre y solo a ti, porque en algún momento ellos dejarán de estar, tú mamá dejará de estar... entonces te verás en su funeral sabiendo que le diste la espalda porque no te atreviste a hacer de la situación algo diferente.

-          Pero no soy yo el que tiene que intentar…

-          Sora, en una relación familiar de tres adultos, no importa quién sea el padre o el hijo, la responsabilidad cae en todos. Ve y enfréntalo, intenta entender por qué es así contigo, no va a ver respuesta que te duela más que todos estos años de rechazo. Creo que una vez que lo entiendas podrás solucionar las cosas o desprenderte de él realmente, porque entonces lo habrás intentado resolver y si no funciona, la culpa recaerá en él y no en ti. Pero por favor, no te quedes sin intentarlo, no vivas con culpa como yo, no quiero que te marchites… - Sora lo miró a los ojos– Sabes que lo arrastras y que te duele, lo veo cada vez que hablas de él, te descompones. Ve y desenreda el nudo o corta el lazo de una vez. Sé que eres valiente y puedes hacerlo.

-          Está bien– le dijo con firmeza – Si crees que puedo… yo iré.







Cuando la luz del amanecer comenzó a aparecer, los músicos en el estudio apagaron el equipo y se estiraron en sus asientos sintiéndose agotados.

-           Ahora a ordenar antes de que llegue el staff y estará todo listo, podemos presentárselo como sorpresa  a Chiaki y Sora, porque a diferencia de ellos, no nos dedicamos a vaguear cuando nos quedamos aquí de noche – el bajista se agachó nuevamente para desenchufar el equipo, pero Miyako también lo hizo.

-           Déjame ayudarte que ya veo que te golpeas otra vez– el bajista rió cuando Miyako comenzó a desenredar los cables junto a él, de pronto el guitarrista notó lo cerca que estaba de su rostro y en un impulso que llevaba conteniendo demasiado tiempo, rompió la distancia y le beso los labios. Saz se congeló. El beso fue corto, el guitarrista no quería despegarse demasiado pronto temiendo que tal vez no se repitiera, pero al notar que no hubo respuesta ni reacción optó por separarse sintiéndose rechazado. Evitó mirar a Saz pero en cuanto iba a ponerse de pie fue él quien golpeó su cabeza con la mesa– Aah… au, dolió– automáticamente llevo sus manos a la zona golpeada.

-           Deja… déjame ver… - tartamudeó volviendo lentamente a la realidad el bajista. Miyako suspiró mientras sentía sus dedos revisarle de la misma manera en que él lo había hecho horas atrás. Se quedó sentado mirando al suelo.

-           Lo lamento… no pensé antes de hacerlo– Saz suspiró.

-           Yo lo lamento, sabía que te sentías de esta manera, pero mi mejor manera de cuidarte es alejándote de mí– le dijo serio. Miyako volteó a mirarlo impresionado por su revelación.

-           ¿Ya lo sabías? – el bajista asintió – Oh… ya veo… - susurró desilusionado - ¿Es por Chiaki?

-           No… - Saz lo miró y le sonrió apenado – Chiaki me rechazó, a pesar del nivel de afecto que le tengo, siempre creí que sería mi mejor opción porque creí entenderlo… Pero no era así, de hecho no puedo ni imaginar cómo sería algo entre los dos… ambos igual de desapegados o al menos, yo… porque él está cambiando. Ya no es el mismo.

-           Tú no eres parecido en nada a Chiaki, Sacchan.

-           No superficialmente.

-           No estoy de acuerdo– le dijo firmemente – Chiaki se esconde, tiene una fachada, no sabe actuar de otra manera que no sea con palabras pesadas o hirientes y hace todo lo posible por no involucrarse, pero en el fondo no es indiferente. Yo lo sé. Y por otro lado, tu eres atento en todos los sentidos en los que puedo pensar en este momento, no tienes fachada, eres siempre igual de tranquilo y dedicado, nos dejas ver lo que te gusta y lo que no y también eres… sincero, como lo estás siendo conmigo ahora… Sé que yo te importo aunque sea como un amigo, y a Chiaki también – Saz bajó la mirada, no tenía ánimos de discutir sobre nada relacionado a Chiaki– … puedo entender por qué asumes que se parecen. Ambos son personas solitarias – Miyako tomó la mano de Saz y jugueteó con sus dedos – Pero no tienes que serlo, ¿sabes? Aunque tengas una mala imagen de ti mismo, no deberías cerrarte a otras posibilidades solo porque…

- Yo podría enamorarme fácilmente de ti Micchan – le soltó, el guitarrista sintió el corazón latirle fuerte – Cuando veía como te esforzabas y te alegrabas cuando les conté sobre Chiaki… noté que es muy fácil enamorarse de ti, pero no debo hacerlo… porque eres el tipo de persona a la que puedo lastimar fácilmente. Te hago un favor con marcar esta distancia.

- No me hagas ese favor entonces – le pidió. Saz suspiró, para su sorpresa Miyako se acercó volviendo a cerrar la distancia con un beso, pero esta vez el bajista si reaccionó y se lo devolvió. Miyako no pudo evitar sonreír feliz en el beso, por su lado Saz se reclamó así mismo por lo mucho que le estaba gustando un simple beso. Cuando se separaron se miraron a los ojos con atención.

- A la primera vez que te haga daño con algo que diga, aléjate de mí– le pidió el bajista, sin embargo Miyako lo abrazó y le negó con la cabeza.

- Todos podemos cometer ese error, pero si un día me dices que no me quieres más junto a ti, entonces me alejaré– Sacchan se mordió el labio pensativo mientras le devolvía el abrazo al guitarrista. Finalmente se rindió frente a la afectividad que este le mostraba, necesitaba más que nunca compañía y aunque no quería usar a nadie solo para evitar su soledad, se prometió así mismo cuidar de “Micchan” en todos los aspectos que le fueran posibles.




Sora despertó alrededor de las tres de la tarde, hacía calor por lo que tanto él como Chiaki, a pesar de estar desnudos en la cama, se habían destapado y orillado lo más posible para evitar el calor del otro en sueños. Observó a Chiaki estirado de lado con la manos sobre su cabeza y durmiendo con los labios entreabiertos, se levantó con cuidado de no despertarlo y recogió en silencio sus prendas por la habitación, luego salió hasta la sala y se vistió, se lavó la cara y los dientes, finalmente le escribió una nota que dejó sobre el sofá.

“Fui a ser valiente.
Voy con mis padres.”

Tomó un taxi hasta aquella casa de donde había huido la noche anterior. Estaba nervioso, se sentía colapsar, la angustia subir y bajaba solo para ser reemplazada por el pánico, pero fue fuerte, se convenció así mismo de que tenía que estar a la altura de las expectativas de Chiaki y ser lo valiente que este lo creía, además sabía que todas las palabras que le había dicho llevaban la razón.

En cuanto se bajó del taxi observó la puerta unos segundos, y cuando se dijo así mismo que debía reunir fuerzas para llamar, la puerta se abrió con su padre al otro lado.

-          ¿Qué quieres? – le preguntó en un tono desafiante, precisamente el mismo en el que su hijo le respondió.

-          Vine a enfrentarte.

-          Lo que faltaba, la niña me va a golpear. Vete a jugar con tus muñecas, yo me tengo que ir a trabajar – el hombre le dio la espalda dispuesto a cerrarle la puerta en la cara, pero Sora caminó hasta él y entró en la casa dispuesto a encararlo.

-          Viejo insensible e ignorante– el hombre se volteó a mirarlo enfadado, sus intenciones estaban dibujadas en sus ojos, pero el batero ya no le tenía miedo, era tan alto como él y no le sería fácil sacarlo de allí sí es que se resistía– Estuve años en guerra conmigo mismo por las mierdas que tú metiste en mi cabeza. Nunca me enseñaste nada bueno, las únicas palabras que recuerdo de ti son insultos y palabras hirientes. ¿Qué querías de mí? ¿Cuál era tu intención detrás de cada castigo? ¿De cada grito? ¿De cada vez que pisoteaste todo lo que me hacía feliz? Hay tantas cosas en esa lista que incluso tú en tu ignorancia eres capaz de recordar, porque sabes que me heriste un sinfín de veces sin un motivo más que imponerte con tu ridícula opinión para sentir alguna vez respeto de alguien, aunque fuera a la fuerza– el hombre mayor abrió los ojos, no se esperaba esa respuesta de palabras cargadas de rechazo – Por años te he llevado conmigo a pesar de que eres lo que más he odiado, diciéndome qué hacer, como tratar a los demás, impidiéndome sentir seguridad en nada de lo que hago. Me has hecho sentirme ridículo frente a todos porque aunque no estabas ahí, te tengo incrustado en mi cabeza, cada palabra… cada insulto… - el batero notó las lágrimas en sus ojos y las secó con rapidez – Siempre estuviste ahí para pisotearme. Y puedes escupirme tu asco cien veces más si así lo quieres, pero necesito saber. ¿Por qué? ¿Por qué eres así?

-          Hijo… - la madre lo miraba desde atrás del pasillo sorprendida de haberlo escuchado. Comenzó a llorar.

-          Esto no es contigo mamá, nunca lo ha sido. Usted al igual que yo solo ha sido víctima de un viejo que solo sabe hacerse escuchar a insultos– Sora volvió a mirar a su padre – Dime, ¿por qué?

-          Porque me quitaste a tú madre– soltó en voz baja, tan baja que la mujer al final del pasillo no lo escuchó– Suena ¿absurdo? Lo es– el hombre miró a su hijo a los ojos sintiéndose avergonzado – Cuando me di cuenta de lo estúpido que era, ya no podía tratarte de otra manera, no sabía cómo. ¿Quieres que te pida perdón? No lo haré. No sé hacerlo– el batero lo miró perplejo, nunca se imaginó una respuesta tan básica. Recordó las noches en que su madre había dormido con él por sus rabietas y cómo al siguiente día su padre solía castigarlo con cualquier excusa. Todo comenzó a tener sentido y a parecer absurdo, tal y como lo era su respuesta.

Sora salió de la casa caminando lento, sin voltearse, sin procesarlo del todo. No se despidió ni les dijo nada, solo se fue. Tenía su respuesta.










Durante la tarde Chiaki caminaba por aquella playa tan conocida para él, observaba sus huellas en la arena mientras rodeaba la orilla, y en un impulso necesario dejó los tenis y sus pertenencias en la arena. Luego entró al agua tomando  el camino que tan bien conocía para llegar rápidamente hasta aquella gran roca. La escaló desde donde sabía era más fácil subir. Luego se sentó y se abrazó las piernas mientras observaba un barco a lo lejos.

¿Cuántos años llevaba yendo hasta ese lugar? Estaba seguro que eran al menos ocho o diez. Recordaba haber leído infinidades de libros en aquel lugar, llevaba comida y en el invierno café, la sentía su lugar especial, pero sabía que era porque la inmensidad del mar le hacía sentir que lo infinito existía, y quería creer que su hermano formaba parte de ello. Por eso iba ahí, para sentirse cerca de él o más bien, para sentir que aún podía hacerle compañía de alguna forma.

-          Creo que tengo la sensación equivocada, en vez de dejarte ir, me he aferrado con la excusa de que tú, en donde sea que estés, me necesitas de alguna manera… Y yo vengo aquí para evitar que me extrañes… Tanto años pensando lo mismo... – pensó en voz alta– Nao, no sé si estarás escuchando desde algún lugar, tal vez ya te tengo harto con tantas quejas y malas historias sobre mi vida… pero esta vez, vine a despedirme. Prometo no volver aquí a sentirme culpable por lo que sucedió, otra vez – suspiró – Ya no estoy solo… - el vocal miró el océano y se sintió absurdo hablando solo en medio del sonido de las olas – Como sea… quería pedirte que si me escuchas me des una señal de despedida, aunque tal vez sea demasiado – bufó riéndose de sí mismo – Solo quería sentir que no hablaba solo, realmente no tienes que hacerlo – se disculpó y levantó los hombros restándole importancia – En fin, Nao… perdóname por retenerte, e intentado olvidarlo, pero creo que no era el método adecuado. Necesitaba perdonarme a mí mismo y… - inspiró el aire limpio y lo soltó con fuerza – Lo hice. Adiós hermano.

Se puso de pie dispuesto a bajar de la roca, pero al voltearse observó como el tan conocido pajarito que alimentaba volaba directamente hacía él. Casi de manera inconsciente Chiaki colocó sus manos para recibirlo en un vuelo que bajaba de intensidad a medida que se acercaba. Confundido miró como el ave se acomodaba entre las palmas de sus manos que la acunaban y así, sin más, cerró los ojos y se dejó ir. Al comienzo Chiaki no estuvo seguro de que sucedía, pero al transcurrir los segundos, notó que el ave no abría los ojos. La removió, pero era inútil, el pequeño pajarito había muerto entre sus dedos. Entender la analogía le tomó solo un par de segundos:

-          Nao… - su voz asombrada no tuvo ni un matiz de tristeza, reforzando para sí mismo lo que habían sido sus últimas palabras a su hermano. La historia que llevaba consigo, ya formaba parte de un recuerdo ligero.









Cuando Chiaki entró en su departamento llevaba consigo el recuerdo de un pajarito que se había llevado las olas del mar. Fue directamente hasta su habitación y quitó los platillos de comida, pero luego los volvió a colocar, pensó en que tal vez otra ave hambrienta podría comer de allí. Se sentó en el balcón y sintió la brisa despeinarlo, se sentía tan ligero que no estaba seguro de si todo era real o solo estaba soñando. Para su sorpresa, el batero apareció  en la ventana y en cuanto lo vio lo abrazó con fuerza. El vocal correspondió su abrazo con la misma intensidad.

-          ¿Estás bien? – le preguntó Chiaki al recordar su nota.

-          Sí, estoy bien, siento como si esto fuera un nuevo comienzo – el vocal se separó de él al oír su frase y soltó una risa fuerte. Sora lo miró confundido. - ¿Qué?

-          Es que es exactamente como yo me siento– Chiaki le sonrió y le dio un beso suave en los labios, el sonido al separarse lo hizo decir – Exquisito… - el batero se rió. De pronto ambos recibieron un mensaje de texto al mismo tiempo, confundidos lo leyeron, era de parte de su manager, les pedía a los dos ir al estudio a resolver un problema urgente. Tomaron sus abrigos y se fueron por el camino más corto hasta allá.




En cuanto entraron al estudio se encontraron con todos sentados esperándolos. Saz tenía una expresión seria y Miyako parecía profundamente preocupado, lo que los alarmó. El manager no dejaba de caminar impaciente por el lugar.

-          ¿Qué pasa? ¿Qué sucedió? – el vocal comenzó a sentir náuseas, su mente funcionaba a mil por hora.

-          Ahora que estamos todos, hablaremos – les dijo el manager.  Sora y Chiaki se sentaron en frente de Saz y Miyako.

-          Anoche ocurrió una situación con la que fui brutal y desagradablemente sorprendido... – el manager no pretendía sentarse a causa de los nervios. Chiaki notó como estaba entre molesto y asqueado.

-          Ya di que sucedió.

-          El guardia de seguridad me dijo que un par de ustedes habían violado las normas del lugar con actos irrespetuosos – Sora miró a Chiaki preocupado, pero el vocal estuvo seguro que no se habían besado allí.

-          ¿A qué te refieres? – preguntó nervioso el batero, pero le respondió Saz.

-          A que nos vieron a Micchan y a mí… besándonos – Sora abrió la boca por la sorpresa. Chiaki levantó las cejas, pero el manager estaba de color púrpura.

-          ¿Ustedes estaban al tanto de esta grave situación? – Sora miró a Chiaki esperando a que él aclarara algo al respecto, sin embargo el vocal miró a Miyako enfadado.

-          Micchan, ¿qué no pensaste en la banda? – Saz colocó los ojos en blanco por su mala broma - ¿No te importa nada la banda? ¿Cómo puedes hacernos esto? – el guitarrista lo miró apenado y bajó el rostro.

-          Lo siento mucho… fue mi responsabilidad, Sacchan no hizo nada.

-          No importa de quién es la responsabilidad – interrumpió el manager- El asunto es que no está permitido por la industria que…

-          Ya cállate – le dijo Chiaki en su usual tono mandón – Sora y yo estamos juntos –le dijo sin vergüenza alguna haciendo que Miyako mirara a Saz impresionado – Tú deberías buscar una pareja también… como un staff… - el batero comenzó a reír mientras el manager se congeló sin saber cómo tomar la noticia.

-          ¿De verdad ustedes están juntos? – le preguntó el guitarrista a Sora, este asintió.

-          ¿Y ustedes también lo están? – le preguntó de vuelta, pero Miyako miró al bajista en vez de responder.

-          Creo que sí – respondió Saz levantando los hombros, de pronto comenzaron a reír los cuatro.

-          Deberíamos tener una cita de parejas, ¿no? – sugirió Sora.

-          Creo que me voy a desmayar – el ignorado manager se sentó con dificultad en un sofá.

-          Ah, Chiaki, ¿recuerdas el juego caliente que te regalé? – el batero miró al vocal con los ojos muy abiertos - ¿Me lo puedes devolver?

-          Claro, aunque te aviso que lo usamos anoche… no sé si estará limpio del todo… - bromeó el vocal.

-          ¡Chi, no digas esas cosas! – Sora lo miró horrorizado.

-          Pero te lo recomiendo – continuó – Le doy un diez– el bajista y el vocalista rieron fuerte. Sora por su lado tapó los oídos del guitarrista para que no supiera detalles del juego. El manager ignorado se quedó perplejo mirándolos, sin embargo llevaba tantos años trabajando con ellos que solo le bastó un par de minutos para concluir que jamás los vio tan felices compartiendo juntos.





FIN